Una de las características que diferencia a los seres humanos del resto de las especies animales que habitan en nuestro planeta es el lenguaje y a través de él la habilidad para comunicarnos por medio de la palabra.
La comunicación, entonces, es una de las necesidades básicas del ser humano como ser social, se le denomina efectiva cuando produce resultados. Su utilidad se fundamenta en poder trasmitir, pensamientos, sentimientos, ideas, en fin, en enviar mensajes. La comunicación humana es un proceso interactivo entre hablar y escuchar.
Cuando la comunicación se exteriorizada se denomina interpersonal, por el contrario, cuando se utiliza el diálogo interno es llamada comunicación intrapersonal, sin embargo en ambos casos se está creando una realidad para quien se comunica, partiendo del principio de que el lenguaje es generativo, cuando utilizamos la palabra podemos cambiar el mundo.
La forma de comunicación de los seres humanos puede clasificarse como verbal o no verbal. La comunicación verbal se refiere a las palabras que se utilizan, al tono de la voz y la emocionalidad que se le imprime, mientras que la no verbal está enfocada al lenguaje corporal. Tal como lo señala Ribeiro (1994), y que se atribuye a los aportes de la neurolingüística, la palabra solo representa el 7% del proceso comunicativo, mientras que el lenguaje corporal se lleva el 55% y el tono de voz el 38% restante.
En virtud de lo referido en el párrafo anterior, para que la comunicación sea efectiva debe producirse una armonía entre los que dicen las palabras y lo que se expresa a través del lenguaje corporal y el tono de la voz, en caso contrario existirá una distorsión en el mensaje que se pretende transmitir.
Un buen comunicador es aquel que ejerce el arte de influir en el otro, explota las debilidades y fortalezas del lenguaje y lo emplea con la mayor precisión.
Griselda González
No hay comentarios:
Publicar un comentario